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86- rechaza. Lo reconoce para darle gracias. Cuando Isa• bel la bendice entre todas las mujeres y le anuncia que tendrán cumplimiento en ella las palabras del Señor, las que dijo el ángel, María no se encoje ni desdice lo que ella sabe que es verdad. María reco– noce que Dios ha hecho grandes cosas en la bajeza de su esclava, lo confiesa abiertamente y se dispone a lí)la alabanza y al agradecimiento. Se estremece de júbilo, se adentra en la humildad, brota en su espíritu la estrofa ,entusiasta y se des– borda por sus labios,· como una catarata dé" luz y de amor hecha canto. Así nace el Magnificat. Canto de entusiasmo y agradecimiento a Dios por todos y tan grandes be– neficios. Beneficios' personales y el don de la Reden– ción universal. Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se regocija en Dios, mi Salvador. María está contenta. Ella sabe lo que Dios ha hecho en sus entrañas y en su espíritu. Por eso se rego– cija. Se regocija y canta. Y canta exultante. Canta y agradece. Pero no se fija tan sólo en sí misma. Su primera palabra es para alabar la grandeza de Dios. EJ. es qu_ien le hace estallar en himno triunfal. Es el don de Dios, su grandeza. El es grande y porque es grande se merece todo honor y toda gloria. Pero es grande ahora en el don que le hace. Es grande su bondad, por eso le glorifica y se alegra en el amor de Dios. Reconoce que todo le viene de Dios. EJ. sabe hacer las cosas demasiado bien. No en– cuentra dificultades, le resultan fáciles, todo le sale bien.

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