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- 77 'bién lleva ,ella en su:s entrañas la concepción de un n;lilagro de Dios. Ha sido visitada de su gracia, pero no se enorgullece. Ve las cosas claras y guarda la pro– porción de las distancias. ¿De dónde a mí que venga la Madre de mi Señor? Porque por grande que sea SQ · papel, por mucho que aprecie su dignidad, por enorme que sea la visita de Dios, siempre hay dis• tancias cuando se trata de ponerse en parangón con María, No precisamente por la dignidad tanto como .por la humildad de María que se achica hasta el punto de llamarse y conceptuarse como esclava y preparar cauce hondo de humildad para recibir la inmensidad de Dios. Distancias de humildad que provocan dis– 'tancias de favor, predilección y exaltación por parte de Dios. El Espíritu siantifica. El Espíritu Santo es santificador sobre todo. Si de– ·:.trama sus dones no ,es por capricho. No busca tanto 'iil espectáculo de un milagro cuanto la transformación del alma. Es consecuencia de su visita. Tan pronto como Isabel y el niño que vivfa en sus entrañas die seis meses recibieron la visita de María con el Niño Dios en su seno, ,el hijo de Isabel recibió la caricia 'del Redentor. Los niños se sintieron en función de Precursor y Anunciado. Y Juan, antes de nacer, fue santificado re~ las entrañas de su madre Isabel, la llena ,del Espíritu Santo. Comienza el misterio de .la cari– ·dad. de Cristo. Antes lo hizo con María a quien pre– .servó de pecado, hasta de origen. Ahora, ya Encar– ·Iiado, lo hace con el amigo que viene a preparar el .camino. Misterio de la caridad de Dios.

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