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CAPITULO V MARlíA VISITA A SU PRIMA SANTA ISABEL ' La noticia; Y el ángel dijo a María: «Y ya ves; ahí está, tu prima Isabel, que ;en su vejez ha concebido también un hifo y la que era estéril, ahí la tienes en su sexto mes; porque para Dios no hay ninguna cosa imposi– ble>i. (Le. 1, 36-37). Así escueta y limpiamente. No había. necesidad de aspavientos ni protocolos para anunciar una cosa tan natural y tan sencilla como decir que una mujer es madre aunque sea por obra de lo que llamamos un milagro. María lo pensó también con naturalidad y senci– llez. ¿Qué cosa menos nueva que una mujer en tran– ces de ser madre? ¿Y qué cosa más natural? Pero María, por encima del hecho histórico, natu– ral y fisiológico, veía la noticia clara de una gracia especialísima. Para Dios no hay nada imposible, ni el que una mujer de muchos años sea madre ni que una jovencilla, sin contacto de hombre, sea madre y madre. de Dios. Ni siquiera esto último, con ser tan extraordinario y divino. Para Dios no hay nada im– posib1e.

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