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72 ...,_ .. el m:undo y sus caprichos pronto huele a inundanidad y a impureza. Esa es la verdad. La solución para 1el hombre soberbio y, por sober– bio impuro, está en la oración. Cuando el valor de un hombre no puede con sus pasiones está Dios para darle la gracia. Cuando la ascética de poda y de re– nuncia' no da su fruto está ,el poder de Dios para darle el incremento. Cuando el consejo del sacerdote no basta, está fa inspiración de Dios en la oración. Por la oración crece el tallo verde de la castidad y la siempre viva de la virtud. Esto es. una verdad que no se puede poner en duda. Lo que el hombl'e no puede, y el hombre puede muy poco, lo puede Dios: Lo .que no puede una vida de soberbia, lo puede una vida humillada ,en la oración. Lo que no puede una naturaleza gastada, lo puede una vida de gracia pujante y divina. Lo que no puede una vida de juer– ga y disipación lo puede una vida de sacramentos. Si el mundo está en condiciones de provocar el asco de Dios, lo está porque se ha olvidado de la ascética cristiana, de la humildad, de la oración y del trato con Dios.
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