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-.65 la limpieza de su corazón y la integridad de su cµer– po y de su alma dentro de la vocación y •estado de su vida. María nació con ese privilegio único, excepcional, de su Concepción Inmaculada, sin vestigio ni sombra de pecado. Dios, cuando no nos ha dado 1 este privile– .gio es que no ha querido ni quiere esa excepción de blancura en nosotros. Pero tampoco quiso que diéra– mos un paso 1 en nuestra vida consciente bajo el signo del pecado. Por ,eso derramó sobre nuestras cabezas, para que descendiera al fondo de nuestro espíritu, 1 el agua bautismal que limpiara la mancha del pecado de ·origen. Y quedamos limpios como un rayo de luz. Barro iluminado. Ahora Dios nos pide la prolongación de. esta pure– za, de esta blancura. Quiere que nuestra ,existencia esté signada con trazos de blancura. El cuadro de nues- .tra existencia, oúentado infaliblemente hacia Dios, es el único que no admite contornos grises o negros. Son 'tonos •en contraste excesivo con la blancura de Dios. . Y sería intel'esante, aunque amargo, el recontar una .vez más las sombras superpuestas en lo que debiera ser una sinfonía de voces y tonos blancos. .. Todo tiene y si no tiene se lo damos, una explica– ~ÍÓJ.?. para el se:p.tido demasiado crítico de los hu.ma– nos. Y evidentemente este desquiciami,ento del plan de Dios en nosotros lo ti€:ne también. Una explicación sencilla, manifiiesta y dolorosa a un mismo tiémpo. 1 Los caminos de Dios son sencillos y hay que hacerlos éori · simplicidad. .Desde el momento que queremos :\::'6mplicarlos lo conseguimos, pero ,echando por tierra el •;p1á'n de· Dios s~bre. nosotros, sus obras de amor. No hay más que un modo de ir hacia Dios y es el referir todas las cosas a El. Por eso Dios hiw to- 5

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