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48 - Es :formidable saber que siempre hay un grito le· vantado al cielo desde la tierra para aplacar las iras del Dios ofendido. Es magnífico saber que hay unas manos abiertas en la oración para endulzar el dolor de los hermanos. Estupendo, la ceFteza de que nues– tros huesos puedan tener paz y sosiego nuestro cora– zón ,en las penas. Además siempre hay almas con carroña y pobre– dumbre de pecado y junto a ellas manos blancas para lavar y perdonar. Bocas hambrientas y manos para darles de comer. Pan vivo. Ojos cansados y con lágri– mas y manos para enjugarlas y corazón para compa– decer. Todo esto nacido del amor a Dios y a los her– manos, no es esterilidad sino fecundidad inimagina– ble. Y ciertamente lo que más ;desea, a veces con in– consciencia, este mundo cansado de sufrir, sin espe– ranza en las técnicas y en las filosofías. El otro camino ,es el del matrimonio. Fuerza viva de amor. Contrato y sacramento de amor. Santifica– ción del amor. Fusión de almas y cuerpos que se sublima en la entrega del hijo. Participación en la creación de Dios. Todo menos egoísmo, hedonismo, pasatiempo o yu– go pesado e insoportable. Amor y no cadenas. Si a veces resulta amargo, los hombres tenemos la culpa de haberlo hecho estúpido. Dios lo hizo sacramento de amor, consuelo contra la soledad espantosa del co– razón, alivio de esta concupiscencia de la carne. Cuan– do se llega a él con plena conciencia de responsabili– dad y de entrega, en el amor y en el hijo, el matri– monio es fuente de alegría y columna fuerte para la paz y el bienestar del mundo. De lo contrario, yugo y cárcel. ¿Y la vida de soltero? Generalmente por donde no pasamos los mortales, muchas veces sosos e irrefle-

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