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giosa o contraer matrimonio. Y sin embargo, hemos de proclamar alto y con claridad los tres estados de vida para la persona humana. El ,estado religioso, el matrimonial y el de soltería. Tres modos y estados de vida dignos de todo humano. Tres modos de vida p1·áctica para la humanidad. Tr,es estados de vida que. entonan a Dios el himno de alabanza. Lo que impide muchas veces nuestra orientación en la vida es el no saber decidirnos con acierto a un examen de esos tres caminos para lanzarnos por uno de ellos con alegría, decisión y conciencia. Y esto, se– guramente, porque no hemos reflexionado en su valor intrínseco. Comprendidos en su justo valor, la vida es optimista y •eficaz y llena. Es un absurdo el pensar lo contrario. El estado religioso es la entrega a Dios del cuerpo, y del alma. Una entrega nacida de amor y no de pusilanimidad o de miedo. Una entrega que no acaba en la esterilidad, pues el amor nunca es estéril, sino, en la más fecunda maternidad espiritual. Humana,. social y religiosa. El ,estado religioso nace del amor a. Dios y a las almas, los dos am@res más limpios y más sublimes que perfuman el mundo. Aunque no hiciera el religioso o la religiosa otro quehacer que amar y alabar a Dios ,en nombre de la humanidad y darle el sacrificio de su existencia, adoptaba la pos· tura .más cuerda y gloriosa que un hombre puede– tomar en su vida. Es como si lanzara una sombra refrescante sobre los corazones achicharrados de los: hombres, mustios de tanto amar ,en balde, inútilmente.. Su función social sería, como lo es, enorme. Pero sa·· bemos de sobra que por encima o a la par de esto, no son un estorbo ,en el mundo sino una fuerza de· amor que le ha nacido al corazón gastado de la hu-• manidad.
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