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44- Maria abandona el Templo de Jerusalén. El evangelista Lucas nos dice de Jesús que iba creciendo en sabiduría, en edad y en gracia delante de Dios y de los hombres. Esto mismo podemos afir– mar de María durante su vida en el Templo. María crecía como una fuente que aumenta y se desborda. Hubo un día en· que María se abrió a la vida para dejar de ser niña y hacerse mujer. Y fue entonces cuando tuvo que abandonar el Templo según las leyes que regían en el Templo judío. Los Apócrifos nos dan una fecha de verano. Con todo el sol en la frente, ocultando su rostro tras un velo blanco, al estilo de las doncellas judías, atravesó la llanura de Jezrael hasta llegar, de vuelta, a su casa de Nazaret. Aspiró todo el perfume de los campos en– cendidos y se iluminó con toda la luz desbordante y clarísima de Oriente. Subió la cuesta de la colina sobre Ja que se asentaba Nazaret y entró en la penumbra de su casa. La frescura le sentó como una caricia agradable y limpia. Ahora iba a comenzar la vida propia de una mujer de pueblo. Mientras tanto la Virgen esperaba. El problema de Maria. Mientras María esperaba en su casa de Nazaret sumida en la oración y en los quehaceres domésticos, estaba pendiente de un problema al que tenía que dar una solución conveniente. El problema de María podemos definirlo como el problema de la elección de estado. Con toda concien– cia. y una delicadeza de alma sublime y tierna hizo a Dios la entrega de su alma y de su cuerpo en aquel
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