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- 39 que soportar. La muerte tuvo para ella el significado auténtico y lo mismo la vida. Todos los grandes pro– blemas de la humanidad se le mostraron claros y patentes: Porque oía al Padre que sabe y que no en– gaña. Y descubrió el corazón del Padr,e Dios, sus ternu~ ras y sus promesas. Descifró el misterio de la Reden– ción. Quizá pensó en la Madre del Mesías. No sabemos. Y el estudio de María se convertía ,en oración. A Dios revertían todos sus sentimientos y sus hallazgos como a Fuente de sabiduría y de amor. Y todo esto le preparó para recibir a un Mesías humilde y humi– llado. Cuando llegó a la edad propicia, María se dedicó al culto de Dios y al ornato del Templo. .A,.quí co– tnenzó aquella .esclavitud que culminó en el día de la Anunciación del ángel. La industria de sus manos y• el arte de su espíritu y corazón se dedicaron a tejer l_as telas y a bordar las ropas y ornamentos sagrados. Y no solamente eso. Sus manos y su espíritu se dedicaron a la limpieza y ornato del Templo. Y María fue como una de tantas sirvientas que se dedican a fa limpieza de las casas. Y en la humildad de estas faenas que al mundo parecen menos dignas, María iba ahondando en su alma el cauce propicio para q1:1e un día el Verbo viniera a la bajeza del inundo y a la humildad de una ,carne de hombre. María trabajaba. Esto que a nosotros se nos hace duro y pesado y a veces lo juzgamos como indigno, fue para María el gusto más exquisito. Un trato di– recto y hermoso con Dios. Es una pena que los hom– bres no -entendamós estas finezas de amor y que· no transformemos estas circunstancias de nuestra existen– da en algo hermoso y sublime.

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