BCCCAP00000000000000000000801

28- paseo, como todos los padres. La colmarían de cari• cias y de mimos. Y entre sonrisas y gestos infantiles le ensenarían las primeras palabras. Arte difícil que todos los padres estudian al amparo del silencio y del amor. Y un_ día, como todos los niños, abriendo sus la– bios, casi imperceptiblemente, •con una ingenuidad sin medida, como quien. no dice nada y dice lo más grande y hermoso de la vida, María dijo: padre y ma– dre. Para los vecinos no tuvo importancia ninguna, pero para sus padres fue como una herida de luz abierta en el corazón. La separa.ción. La Liturgia y la tradición nos recuerdan un vein– tiuno de noviembre. Un día de noviembre cuando no hay fruto en los árboles y comienza el frío del invierno. Cuando se caen las hojas de los árboles, melancólicas,_ sin sol y sin sueños. Cuando cuelgan de los árboles los nidos vacíos y rotos. La tradición nos asegura, recordando sin duda loo días de Ana, madre de Samuel, que Joaquín y Ana consagraron su descendencia al Señor. Fue un día de aquellos en que lloraban su esterilidad y desam, paro. Por eso ahora, cuando la niña cuenta tres años, se deciden a hacer la entrega a Dios de lo que pro– metieron con voto solemne. No sabemos si María conocía el compromiso de sus padres, pero la tradición y los Apócrifos nos has blan de las prisas de María para consagrarse a Dios en el Templo de Jerusalén. Se le enciende el -corazón en deseos.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz