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- 267 Ultimos años. Y no nos dice más la historia. El Evangelio y los Hechos se quedan en silencio. María desaparece en ·el día de Pentecostés, como una madre que ha sacado adelante a sus hijos. Su figura ahora, corre en la– bios de la tra.dición cristiana. · Cuando Dios no ha querido dejarnos otros rasgos de la fisonomía y de la vida de María es que no ha– cían falta para el corazón de los hijos. Según la tra– •dición María vivió algunos años con el apóstol san Juan. No sabemos cuántos años fueron. Algunos le hacen. llegar a una edad avanzada. Pero nada sabe– mos con. certeza. Le hacen vivir en Efeso con el hi– jo adoptivo, Juan. Pero tampoco podemos asegurarlo. Y tampoco sabemos dónde ni cuán.do. Pero lo :más probable es que un día murió. Murió para subir en alma y cuerpo a los cielos, al lado de su Hijo Jesús. Su Asunción a los cielos es un dogma de fe. María ya no se encuentra entre nosotros. Su sepulcro está vacío, como el de Cristo. Esta tierra bendita, porque salió de las manos de Dios, no guarda su cuerpo. No mereció el barro ni el corazón de los hombres guar– dar el sagrario que albergó a la Divinidad. Ni siquie– ra contener el cuerpo brotado del barro y que la gra– cfa. de Dios quiso mantener sin mancilla. Hoy los hijos la veneramos y la llamamos madre nuestra que estás en los cielos. Y ella nos mira des– de el cielo y nos guarda y defiende. No tenemos su sepulcro, pero tenemos su trono. Trono multiplicado en cada santuario, en cada pueblo y en cada corazón. Hoy nos queda su recuerdo nacido en. el corazón como un sueño imposible de borrar. Hoy la llevamos metida en el corazón como una Madre y una Reina
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