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:~.50 - Y está al pie de la cruz tendiendo sus ojos al cielo y sus manos cerca del Hijo como ofreciéndolo al Pa– ,dre y al mundo. ¿Cómo podríamos admitir esta valentía y este es– píritu sobrehumano sin aclamarla unida al Hijo Re– dentor y fortalecida por el poder y la gracia de Dios? María, en esta hora, está totalmente identificada con el Hijo Redentor y ha comprendido perfectamente la misión de Jesús y la suya propia. Solamente de este modo se puede comprender el valor, la entereza y la decisión de esta madre. Porque ni con el fatalismo más absurdo se comprende la fortaleza de una ma– dre junto al patíbulo de un hijo que ya muere sin remedio. Ni el miedo, ni el hundimiento fisiológico o psíquico pueden explicarnos tanta valentía, tanta in– trepidez y entereza. Solamente se entiende cuando se 'Cree en la misión de María al pie de la cruz y frente a un Hijo que es Dios y todo esto con la gracia y el poder de Dios que la robustecen y alientan. Sola– mente entonces y de ese modo. MRrfa, madre de los hombres. María estaba al pie de la cruz .o mejor al pie del sacrificio. No solamente al pie de la cruz sino ha– ciendo su papel, su obra de Corredentora. Los hom– bres no comprendemos todavía cómo una madre y una mujer puede tener la grandeza suficiente para enfrentarse con un Dios sacrificado y un Dios ofen– dido. Y menos todavía cómo esa mujer puede hacer algo que aplaque la justicia de Dios. No comprende– mos cómo una mujer puede entrar activamente en la empresa gigantesca de la Redención del hombre. Una empresa donde los protagonistas tienen que tener algo

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