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248 - de Jesús rasgado de pena. Pero será mejor entrever el drama que va resolviendo Jesús en su alma. No es el drama de su propio dolor. A Jesús le tiene sin cuidado su propia tragedia. Incluso la de su madre. No porque no sufra y comparta el dolor de su madre. El se siente con fuerzas para sufrir todo esto y mu– cho más. El drama y la tragedia de Jesús es la gran tragedia de los hombres. Ve a María llorosa, pero sabe su entereza. Sabe la capacidad enorme de su– frimiento que Dios le ha dado, acordándose de esta hora. Jesús sufre por los hijos de los hombres, árbo– les secos en perspectiva de una condenación más do– lorosa que la suya, por ser eterna y sin remedio y sin salvación. ¿Entendió María la tragedia de Jesús ante los hijos abocados a la ruina eterna? Según iban subiendo la cuesta pedregosa del Calvario, María iba meditando las palabras de Jesús y se iba preparando para la «hora» en que nos aceptaría como hijos suyos. Hijos de pecado, árboles sin sabia, sin vida, pero ·prontos a retoñar junto a la cruz de Cristo y al lado de su corazón de madre. Crlllcifixión de Jesús. Para cuando subieron a lo alto del monte Calva– rio, María había comprendido el drama de Jesús. Era el Mesías. Lo sabía, pero ahora comprendía y agotaba el nombre que le diera Juan Bautista: Cordero ,de Dios que quita el pecado del mundo. Le restaba solamente apurar, con Cristo, el cáliz de la Pasión. Cáliz amargo cuyas heces supondrían la :misma muerte. Otra vez la vemos, y ahora con– cretamente y a la vista. aceptando la voluntad del Padre. Hágase en mí según tu palabra. Porque María

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