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244 - Evangelio no nos describe ni minuciosamente ni re– misamente esta escena; sin embargo no hemos de creer que María •estuvo ausente de Jesús en esta ocasión y que no supiera que la «hora» de Jesús estaba ve– cina y que era inminente el desenlace cuando es así que María había de estar junto a su Hijo en la cruz y de hecho la vemos de pie, firme y llorosa. rf!c>i– biendo el último aliento de su Hijo. Mmrfa en Jerusalén. El Evangelio nos da pie para poder ,decir que María subió a Jerusalén a comer la Pascua, pues, ya lo dijimos antes, todos los años acostumbraban a subir a la ciudad santa para cumplir con el precepto del Señor. No sabemos si subió con su Hijo, pero lo que sí hemos de afirmar y sostener que se vieron durante aquellas fiestas de Pascua. fiestas religiosas, es ver– dad, pero en algún modo también fiestas familiares. Se vieron. Y no hemos de extrañar que Jesús le ma– nifestara que había llegado «su hora». ¿No lo dijo a sus mismos discípulos? No es imposible que se hu– bieran visto la misma tarde de la Cena ni hay que descartar la posibilidad de que la comieran juntos o por lo menos en la misma casa, si no en la misma habitación. Pero no sabemos nada. Según sobrevinie– ron los acontecimientos, podemos suponer que Jesús o sus discípulos sabían dónde se hospedaba María. Al reconstruir la vida de María en estas circuns– tancias, no· hemos de olvidar que el Evangelio nos habla de las santas mujeres que siguieron a Jesús ca– mino del Calvario y permanecieron junto a la cruz ·hasta su muerte y sepultura. Entre ellas .hemos de :enumerar. a María, como lo hace el Apóstol san Juan. Teniendo esto presente, yo reconstruiría la vida de

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