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-- 241 Pero sería interesante que cada uno de nosotros hiciéramos un •examen de conciencia. Porque son mu– chas las acusaciones del pueblo cristiano contra nos– otros, los sacerdotes. Y resulta muy fácil achacarlo todo a mala intención o a malicia o ignorancia. Pero juzgo más noble y real examinar nuestras conciencias y ver cómo practicamos estas verdades de la Paterni– dad de Dios, su Providencia, confianza, justicia so– cial, caridad, unión, comprensión... Porque segura– mente nos haría falta rectificar muchas conductas y criterios para quitar tantas piedras de escándalo como vamos poniendo al paso de los hijos de Dios. ¿No nos resultaría a todos más agradable quitar del corazón de María esa sombra que vamos poniendo en su corazón? Es hora que el mundo cristiano, los de arriba y los de abajo, los ricos y los pobres, los patronos y obre– ros, los sacerdotes y los religiosos y religiosas, todos, vivamos el espíritu de Cristo para endulzar la vida del :mundo y hacer sonreír el corazón de Jesús y el de María. 16
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