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?38 - y trascendente que su fruto, la li'.mosna. Porque ca– ridad es amor en toda la ,extensión y pureza de la palabra. Amor que supone unión, pero unión total •e inquebrantable. Unión que trae el gozo pero que no rehuye ~l sacrificio, llámese como se llame. Sacrificio que supone la entrega total, aun en el compromiso y en el riesgo. Entrega que supone el renunciamiento a muchas cosas y en muchos aspectos. Unión y entrega que supone el recibir de otros lo que nos den de mi– seria o de realidad gozosa. Amor y entrega a todos, hasta para aquellos que nos han ofendido, para los que no tienen las mismas ideas, sean religiosas, políticas o sociales. Amor para los que nos entienden y los que no quieren enten– dernos. Para los qmi sienten o no sienten como nos– otros. Para los buenos y los descarriados. ¿Quién sabe quién es bueno o descarriado en este mundo? Amor para todos, porque todos somos hijos de Dios y todos estamos llamados a la misma esperanza. Y la caridad no es solamente entrega y acopio de lo que llamamos bienes materiales o económicos. Es también golpe de espíritu, abrazo de alma, luz para el entendimiento y cariño para el corazón. Incluso comprensión y rebajamiento y renuncia al propio cri– terio personal, siempre que no roce la fe, para abra– zar el criterio del hermano. Unión amorosa. ¿Qué sería del mundo si los cristianos viviéramos la her– mandad universal? Pero vivirla en toda su realidad y profundidad. Vendría la salvación al mundo. No lo dudéis. ¿Y la amistad? la solidaridad? ¿Y la honradez? Hasta da,r la vida por el amigo y el enemigo. Un padre tenía dos hijos... ¿Para qué recordar la pará– bola?... ¿No adoptamos muchas veces la postura del hijo mayor ante el hijo pequeño, el que se fue pró-

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