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236- tativa, haciendo que la riqueza que obra en nuestro• poder, cumpla con su función social que es el primer objetivo y fin que Dios le impuso. Dios creó el :mundo– para todos, para el hombre, y porque lo creó para el hombre, para todos, todos tenemos el derecho de dis– ponerlo y usarlo. Todos. De ahí arranca la propiedad. Pero primero es la función social, para todos. Dios Padre de todos Esto no comprendemos. ¿Ab– surdo? ¿Demagogía? ¿Comunismo? No digamos nece-– dades. Esto significa falta de conciencia y un desco– nocimiento de la Ley de Dios y del espíritu de.Cristo. Esta misma excesiva previsión del porvenir nos. lleva al abuso de las cosas. Las cosas son para nos-– otro y no nosotros para las cosas. Dios nos las confió para que le sirviéramos y le alabáramos con ellas. Para que nos ayudaran a conseguir nuestro último destino. Y por esta falta de confianza en Dios, por· este camino de la previsión excesiva, por este huma• nismo intransigente, caemos rutinariamente en el ma– terialismo de la vida. Vivimos para las cosas y nos· obsesionan. Nos llevan a lo caduco de este mundo y no nos alzan a la sobrenatural belleza y perennidad de Dios. De aquí que nos diferenciemos tan poco de los paganos. El Señor Jesús comprende perfectamen-· te que esto hagan los paganos, pero no los hijos de Dios. ¿Por qué os preocupáis preguntando qué come-– réis o cómo os vestiréis? Mirad los pájaros y los lirios... ¡Oh, avaricia... ! ¿No surge de esta incomprensión, de esta falta de fe práctica en esta verdad, dogma de fe, toda esta gama de injusticias, egoísmo, avaricias, usuras, explo-– taciones que están axfisiando al mundo? Quizá sea éste el mayor pecado que cometemos los hijos de Dios y el mayor escándalo que ofrece al mundo el comportamiento de muchos cristianos..

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