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:234 - Cristo en la cruz no tenemos motivos para verla des– ligada de su predicación. Y esto porque la predicación de Jesús no es más que un paso de tres años para llegar a la hora exacta de la Redención. Esto parece lo Jógico y lo natural. María, pues, siguió y participó las angustias de Cristo. María estuvo inmersa en el desarrollo de la misión de su Hijo. María avanzó, como nadie, por la entraña del corazón de su Hijo. Gustó sus triunfos y sus amarguras, sus ilusiones y sus derrotas. Y en sus triunfos adivinó también las sombras, esas sombras .de los discípulos incapaces de entender el Reino de Dios. Se impone una reflexión. Ahora :mismo, a veinte siglos de Cristo, podríamos ,preguntarnos si hemos entendido su programa. Y no me refiero a la masa humana, ni siquiera a la gran mayoría de cristianos indiferentes. Me refiero a la gran multitud de hombres y mujeres que prac– ticamos la religión cristiana y amamos a Cristo. Esto resulta muy interesante, porque es de una trascendencia incalculable a la hora de hacer un diag– nóstico sobre el estado moral y social del mundo. Porque aun entre los que amamos a Cristo hay mu– cho para dudar de que hayamos comprendido el men– saje de Jesús. Y quizá esto sea la causa del estado lamentable en que se encuentra el mundo, su aleja– miento de Cristo y sus injusticias manifiestas. Por eso quiero hacer aquí unas reflexiones para meditarlas al amparo de una Madre que nos mira y nos ama, aunque la hagamos dolor. E 1. mensaje de Jesús, su palabra más honda y pro– funda y revolucionaria, sin duda ninguna, es la re-

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