BCCCAP00000000000000000000801

232 -- la predicación de Cristo adoptaron la única postura lógica y consecuente: su seguimiento. Porque también en el pueblo judío hubo un número pequeño de al– mas que se acercaron a Cristo y ciertamente le ama– ron. Ellos comprendieron la verdad y ,el amor. O in– tentaron comprender a Cristo y ciertamente se entre– garon a su amor. Número pequeño pero suficiente para poner sobre el corazón de Cristo el bálsamo del consuelo y de la espiritual alegría. Doce apóstoles, setenta y dos dis– cípulos y un grupo de sencillas mujeres, Nicodemo, Zaqueo, etc. Pocos, pero el número suficiente para no encontrarse solo y arremeter con la conquista del mundo. Alguien a quí,en legar la bandera de su pro– grama para avanzar a través de los tiempos enseñan– do a los hombres el signo de contradicción. María encontró en ellos su consuelo. Para ella y en labios de todos ellos,. podíamos poner el grito de aquella mujer: «Bendito el vientre que te llevó y los pechos que te alimentaron». Y aquí arranca el culto a María. Culto que comenzó, para proseguir a través de los tiempos, y a pesar de todos los pesar,es, por boca de una mujer, seguramente madre. Culto legí– timo porque está fundamentado en el Hijo que nos trajo y nos dio con un sacrificio sobrehumano. Reli– gión de Cristo y María. Pero a María en función de su maternidad divina. Lo entendió aquella mujer sen– cilla y consciente de lo que es una madre. ¿Aún estáis sin entendimiento? Sin embargo conviene ajustar la verdad en toda su realidad concreta y exacta. Cristo tuvo un grupo de amigos, decididos seguidores de su verdad, candi– datos para su Reino. Es verdad. Pero estos mismos

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz