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- 19 rrer y se abalanzó sobre su cu~llo: . «Ahora veo que Dios me ha bendecido... Y Joaquín reposó aquel pri· mer día· en su casa». Y se le cumplió a Ana su tiempo y al mes noveno alumbró. Toda esta narración es del Protoevangelio de San· tiago. Ni ponemos .ni quitamos. Solamente hacemos r,eferencia del hecho que un día sucedió en la peque– ña casa de Nazaret. La patria de Maria. Hasta que un día de sol nació la rosa en el rosal anciano y se abrió la vida de una niña en el nido ca– liente que guardaban los dos ancianos .de Nazaret. La casa vacía tuvo· su cuna, su sonrisa y fu:e el palacio de la alegría. . Nazaret es la patria de María. Nos la podemos imaginar. En la llanura de Jezrael y como a la som– bra <le· la loma ha brotado una fuente, rico tesoro en Oriente. Y cerca, sobre la· misma loma, ha surgido el poblado que· léllamarán Nazaret, la florida. Sus casas están abiertas en la misma. roca, algunas con una edi– ficación de· barró en la parte anterior y la techum– br~ de barro' y de paja. Son sencíllas. El piso de tierra apisonada y con alguna estera de paja en las más acomodadas. , Sus habitantes 'no gozaban de buena fama. ¿No ·10 díjo sinceramente Natana'.€1 <<¿De Nazaret puede sa- lir tosa 'buena?>> (Jn 1, 46). · · ·· No era extraño. Lugar fresco y de muchas aguas servía de reunión para caravanas de peregrinos y pas– tores, gente muy dada a las discusiones y a las re– yertas.
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