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206 - Juntos hicieron el ofrecimiento al Padre y juntos se alegraron por el triunfo definitivo sobre la muerte y el pecado. Al fin también resucitaría. Lo anunció á sus apóstoles y a todo el pueblo congregado. Y tam– bién lo comentó, en la intimidad, con su Madre María~ El adiós. Por fin un día, no sabemos cuándo :ni cómo, Jesús se ,entrevistó con su madre y le dio el adiós. Y fue como la cosa más sabida, prevista y esperada. Le dijo adiós y salió para su ministerio. Comenzaba la vida pública del Señor Jesús. María lo sabía, lo estaba esperando. Pero sintió ahora en el corazón todo el peso de una vida de sacrificios y de amor que acabaría con el misterio escalofriante de una cruz levantada. en el monte, a los cuatro vien– tos y ante todo el pueblo. Una cruz y unas salpica– duras de sangre en una tarde de luto para la huma– nidad y en una tarde de sobrenatural gozo porque seríamos redimidos por los méritos del Hijo y los sufrimientos de la madre. María había cumplido su misión. Presentaba ahora al mundo el fruto maduro de su seno virginal para que el hombre gustara de su consuelo y esperase la hora del Amor.

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