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196 - en la ascética cristiana, darle gloria y servirle para conseguir la eterna felicidad y la perfecta alegría. La felicidad del. hombre no está en conseguir el amor que se mustia ·y termina, ni en la riqueza que la roban los ladrones y el orín y la polilla la consumen o la muerte arrebata, ni en la ·dignidad que ,ensober– pece y al fin cansa, ni en el placer que al , fin da n,áuseas y asco, ni en el arte que acarrea fama y pombre pero. tei;-mina en ridículo y mentira sino en transformarse en Dios por la aceptación de su querer y de su amor. El hombre entiende todo esto a su :modo y ma– nera. Muchos se ríen, desprecian el plan de Dios, lo rechazan como algo trasnochado, admitido solamente por almas y para almas vulgares, desalentadas o des– engañadas. Almas impresionables, casi románticas. Para almas fracasadas en el negocio, en el amor. o en las luchas sociales. Postura francamente absurda y que un día reconocerán como en.gaño y estulticia. Así afirma la Escritura de los necios de este mundo: «Luego nos hemos equivocado». Otros lo enti.enden según el patrón de vida que se ha cortado. Acomodaciones a la vida espiritual. Es verdad, dicen; estamos en este mundo para alabar y bendecir a Dios, darle gloria, servirle y santificarnos. Juglares de su grandeza, poetas de ·su gloria, servido– res de Díos, ·profesionales de la santidad, es verdad. Pero todo ·esto a la' :manera como nosotros hemos for– jaclo la alabanza, la 'servidumbre y la santidad. Di– vorciando la vida del alma y la del cuerpo, la vida de .iglesia • y Ja de la calle, la vida de familia y la vida de sociedad, la vida de justicia y la vida de ne– gocio, la vida de sacramentos y la moda de la vida. es decir, haciendo un programa para servir a Dios y. otro l)ara servir, a -nuestros· caprichos o, a nuestros com-

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