BCCCAP00000000000000000000801

-- 193 portado así con nosotros? Tu padre y yo te buscába– ;mos llenos de angustia». (Le. 2, 48). Habla el corazón de la madre. No sabemos si hay una queja en sus palabras o solamente un suave requerimiento o una simple pregunta. Lo que sí se adivina es el descanso del corazón. Ha echado fuera su intranquilidad y su desasosiego... «Te buscábamos llenos de angustia», de– licado modo para expresarle el dolor experimentado durante los tres días. Dolor que quiere demostrar lo enorme de su cariño, la intensidad de su amor. Por– que el amor se demuestra en el dolor, en el sacrificio, en la preocupación. Delicadeza y finura. Psicología maternal. Este descanso y tranquilidad resultan paralelos a los del alma que ha encontrado a Dios. Recordemos la noche del espíritu. Vía espiritual y mística. Aban– dono momentáneo de Dios y luego luz que viene a iluminarla. Presencia divina. Lo han -experimentado quienes han pasado por el trance difícil de esta vía mística. Abandono de Dios y seguridad de tenerlo a la vez, pero dolor de ausencia que se torna en ale– gría cuando aparece con mayor claridad y mayor re– gusto. El mundo no entiende de estas finezas ni, de tragedias tan íntimas y sobrenaturales: El sigue terco ~n su obstinación, lejos de Dios, ·esperando, incons– ciente, que llegue el momento de crearlo en una téc~ nica o en un invento. Y Dios sigue ausente de su vida y de su pensamiento y de sus negocios porque piensa que Dios es un nombre que no resuelve pro– blemas sociales ni técnicos ni problemas de paz Y fronteras. Cuando más Dios es un nombre que <'rea problemas y compromisos de conciencia. Y eso no in– teresa.' Pero aunque hagamos caso omiso de Dios, Dios nos duele en el fondo del espíritu y es hora de que 13

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz