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-· 189 :puesto a comer -el cordero pascual. Solos o qmza, lo más probable, en compañía de alguna otra familia. Han pasado la semana entera y ahora empren– den el camino del regr,eso El Niño perdido. «Una vez que pasaron los días, cuando ya volvían a casa, el Niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres se dieran cuenta de ello. Creían ellos que vendría en la caravana; y así hicieron un día de ca– mino; luego se pusieron a buscarlo entre parientes y conocidos». (Le. 2, 43-45). La ,explicación de este con– tratiempo doloroso es muy sencilla. Acabados los días de la Pascua se reagrupare-n para pomirse de camino, ya de vuelta Las muj er,es :cn un grupo y los hombres en otro. Los niños indiferentemente en un grupo o en otro, correteando de g::upo ,en grupo y haciendo las delicias de los mayore1o.. Igual que ocurre en toda excursión. en que hay que atravesar el campo y se les deja rienda suelta. El. viaje lo emprendieron por la tarde, después de haber hecho los preparativos. Un sol radiante y una brisa suave de primaver2 reconfortaba el peso del camino. Había animación excesiva, como ocurre en tales circunstancias. Y sin darse cuenta se hallaron al término de la jornada. Todavía cerca Jerusalén. Se• gún la tradición en El Bireh, a unas tres horas de distancia de la dudad de Jerusalén. Cuando se vieron los dos esposos se preguntaron mutuamente por el Niño. Y no sabiendo su paradero «luego se pusieron a bus2arlo entre los parientes y conocidos». Al principio su inquietud fue normal y corriente, más bien un pequeño contratiempo al que no darían demasiada importancia. Pero según iban

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