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188 - detalle para completar la vida de María y entrever la religiosidad de su corazón. Porque si es verdad que la Ley judía obligaba a visitar tres veces al año el Templo de Jerusalén, las tres Pascuas, también es verdad que esta obligación recaía especial y única– mente sobre los varones judíos. Y Lucas nos advierte que subían los padres de Jesús, como queriéndonos decir que María miraba más a1 espíritu que a la le– tra de la Ley. La letra mata y el espíritu vivifica, se nos ha di– cho más de una vez. María comprendía bien ,el senti– do de la Ley pero interpretaba mejor su espíritu. Ante Dios no hay aceptación ni distinción de personas. Lo mismo el hombre que la mujer son hijos de Dios. Por eso María se acercaba y subía todos los años al templo para celebrar la fiesta de la Pascua. Hemos de suponer que subirían llevando consigo al Niño Jesús, aunque el Evangelista no haga men– ción de ello sino en el relato que vamos a comentar. «Y cuando llegó a cumplir los doce años, fueron allá todos en peregrinación, según tenían costumbre en aqu'ella fiesta» (Le. 2, 42). Era primavera. En el mes de Nisán. Los caminos prietos de caravanas que subían a la ciudad de Jeru– salén. Salmos y más salmos entre el estruendo de los instrumentos musicales. Voces y plegarias llenándolo toclo y _un como perfume de mesianidad, de espiri– tual esperanza. Colorido y sol, mucho sol... Allí es taban también María y José con el Niño que ya se había hecho un hombre al cumplir los doce años. También ellos van a Jerusalén a celebrar la Pascua. Seguramente han hecho los días de camino con los vecinos de Nazaret. Han entrado en la ciudad santa, han visitado y orado en el Templo y se han dis-

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