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es la causa más pequeña el haber olvidado el rezo• en familia que es un lazo y fuerte de unión. No achaquemos tanta frialdad y tanto vacío a las. dificultades económicas, a la falta de piso y a la falta de carbón, de pan o de carne tanto cuanto a la falta de religiosidad y de oración en las familias. No acha– quemos al libertinaje de los hijos lo que tiene su raíz en el alejamiento de Dios. Cuando llegan las horas de la noche; las horas pro– picias para la oración e11 familia, estamos viendo con frecuencia abrirse las puertas de los pisos y de las. calles para, en desbandada dolorosa, salir padres e hijos a las diversiones, las disipaciones y las juer– gas. Y resulta que es entonces cuando más se desunen las familias, y esto porque han dejado· 1a hora de· Dios y de la intimidad familiar por las horas de la noche y .de la disipación y muchas veces del pecado. Esa es . la verdad. Y quien no quiera ver la causa del mal que no se queje de la tragedia que experi-. menta en el mundo familiar. Nos tapamos los ojos y luego nos quejamos. P,ero si fuéramos a ver la rea– lidad y fuéramos sinceros con nosotros mismos di– ríamos qµe la raíz del mal está en que no se reza en familia, no se vive cerca de Dios en la familia. Los hijos no ven rezar a sus padres y los padres no rezan unidos a los hijos. Y por esto y la ausencia de Dios en el hogar cree-en los hijos sin profundidad religiosa y el santuario del hogar se convierte en cueva de ri– ñas y disensiones. Vida d~ trabajo. María vivió en la estrechez y en la pobreza. Tuvo• que comer el pan amasado con sus manos y ganado-

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