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( 180 - mano no ha dado un fruto tan digno, tan justo y recto, tan sano y maduro como el ·corazón del esposo José y la dulce María. Y en este amar, sencillo, profundo y sobrenatural, pasó sus días la angelical y virginal María. Sería interesante descubrir el corazón de tantos hombres y mujeres que dicen amar y que por amor han constituido una familia. Porque es triste y ade– más amarga inmensamente el ver tanto juego de amor, tanto amor estudiado y fingido, tanto sentimentalis· mo donde no ha entrado todavía la verdadera con– cepción del amor familiar. Porque la verdad es que, donde no ha entrado el espíritu cristiano, no ha en– trado la verdadera concepción del amor familiar. Y si es verda11 (\Ue hay familias donde se arna naturalmente, sin prC\yecciones sobrenaturales; también es verdad que en esas mismas familias. donde no hay amor sobrenatural, no llega a realizarse la per– fección de ese mismo instinto natural. Y es que es imposibie lA perfección donde no se encuentra el es– píritu dP Cristo. Estamos viviendo vna crisis de amor familiar o de vida familiar por no saber descifrar y descubrir. por encima de los sentidos y de los instintos, la profunda verdad de que sólo Dios es amor y de El arranca y brota y en El termina el verdadero Amor. Si esto no es así ¿cómo se explica el fracaso de tantos hogares y 1a desilusión de tantos matrimonios y la desbandada de tantos hijos? Yo no encuentro otra explicación. Podremos dar explicaciones de abu– rrimiento, econorriías difíciles, modernismos, disipacio– nes, vanidades, criterios y educaciones refinadas, etc. Pero en el fondo es egoísmo y falta de ,espíritu cris– tiano.

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