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- l79 La primera virtud del corazón de María es su amor a Jesús. En esto consiste su mayor grandeza y su :más sublime hermosura. Nadie ha amado, después de Dios, a Jesús como el corazón de María. Y si es verdad que el amor transforma los corazones hemos de decir que María quedó transformada por amor ,en Cristo Jesús. Esta es su mayor grandeza. María alcanzó la transfor:mación mística más depurada y más •COnfor• me con Cristo. Ella pensó y meditó y de esta medita– ción nació en su corazón un amor intensísimo y en– trañabilísimo a su Hijo Dios. Nadie se ha entretenido tanto como María en la meditación del misterio de Cristo y por tanto nadie le ha comprendido ni le ha amado ni amará tanto como María. Aquí radica su maravillosa grandeza de alma y esta es la base de su espiritual perfección. Es necesario que lo pensemos para entregarnos a la imitación de tan dulce madre en esta virtud que le eleva sobre todos los humanos con unas ventajas de altitud y sublimidad que da vértigo el imaginarlo. Y esto porque a la hora de la imitación de María hemos de quitar prejuicios y sen· siblerías. La virtud principal de María es el amor a su Hijo. Al mundo le hace falta, y al hombre cristiano tam• bién, considerar la grandeza de Cristo. Necesita con· siderar su misterio para entregarse al amor, a la ve- . n~ración de este Hombre Dios maravilloso y encan· tador. Porque quien conoce y descifra un poco el misterio de Cristo no tiene otro remedio que el de amarle, no tiene otra solución ni otro camino. Y en el amor a Cristo es donde ha de encontrar su gran– deza y su felicidad. Lo que tanto necesita el mundo. Y después de Jesús, fue José el hito de los amores de María. Era su esposo. Y lo amó entrañablemente. Porque, y esto ciertamente, el árbol del género hu• .,.lJ!úí.:ií~

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