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CAPITULO XIII VIDA DE FAMILIA «Después que hubieron cumplido todo lo prescrito por la Ley del Señor, regresaron a Galilea, a su ciu– dad de Nazaret», nos dice el Evangelista san Lucas. (Le. 2, 39). En estas palabras, desprovistas de todo detalle, escuetas y sencillas, se encierra el largo lapso de muchos años en la vida de Jesús y de María. Buena medida para matar la honda curiosidad de nuestro temperamento humano. Disciplina que duele. No quiero abusar de imaginación para reconstruir una vida que el Señor ha querido dejar oculta en sus divinos designios. Cuando Dios la ha querido dejar en la oscuridad y en el silencio no queramos nosotros romper su encanto y su misterio. Lo que sí podemos afirmar, sin temor a ilusionar– nos y caer en el ridículo o en la fantasía de pinturas extravagantes y preconcebidas, es que la vida de María durante estos años se redujo a la sencillez de una profunda vida de familia. Nada más. Naturalmente que con todo lo que significa y supone una auténtica vida de familia. · 12

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