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-173 hoy sería una buena lección. Y es que resulta fran– camente absurdo y anticristiano lo que estamos oyen· do, leyendo y viendo en este mundo de Dios. RecF bimientos fríos, hostiles y gestos hirientes para quie– nes, obligados por la necesidad, tienen que dejar sus casas y sus patrias para ganarse el sustento con gran dolor de sus corazones. Recibimientos inhumanos, hos– tiles ,aun dentro de la: misma patria. .; ¿Es que sonicis propietarios del mundo? ¿Es que América es de los americanos y Europa de los Euro– peos y cada trÓzo de tierra, nación o provincia, de los que lo habitan? Dios hizo el mundo para los hom– ·bres y no: marcó fronteras. Impuso a los hombres la obligación del trabajo y con la obligación el derecho, pero no marcó los límites y las fronteras ni los tiem– pos y lugares. Solamente nos gravó con la obligación de rendirle un culto de adoración. El quiso que tu• ,viéramos oportunidad para desarrollar nuestros sen· :tidos corporales y las facultades de nuestra alma, 'dónde y. cómo pudiéramos. ¿De dónde, pues, las exi– ·gencias imperiosas y los exclusivismos antinaturales . ,y los desprecios anticristianos? Vuelta a Nazaret. ,,. No sabemos el tiempo que residieron en Egipto. ·Pero por poco que fuera el tiempo hemos de suponer ·algunos años. Aquí, sin duda, es donde María tuvo sus primeros' consuelos maternales. Los primeros bal– 'buceos del Niño y las primeras palabras. En el des– tierro fue donde primero oyó, de labios de' su Hijo, :.las dulces palabras de madre. Aquí los primeros en· ·cantos. ·Entre tanto el rey Herodes murió. Leamos al Evan- 1-gelista san Mateo: «Muerto ya Herodes, un .ángel del

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