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- 16'f terio que apenas si intentamos descifrar, cae en enig– ma. Voz que nos dieron en la noche para cumplirla en la jornada. Voz que no entendemos, ni falta que hace. Sólo el seguirla en sacrificio es bastante. Si intentamos descifrarla caeremos, de seguro, en el ri– dículo o ,en la trampa. Porque le daremos un signifi– cado o un sentido que no tiene. Quizá lleguemos a decir que es un absurdo o una locura o una insensa~ tez. Y es que el sentido se lo da el espíritu, voz del angel. Pensamiento y voluntad de Dios. ¿Qué es la vida? Amargo pan que comemos en ruta improvisada. Total para huir a Egipto. ¿No es esto la vida? ¿Una huída? ¿De dónde y hacia dónde? De Dios y a Dios. Esa es la verdad. Huída, salida de su corazón _para volver a sus brazos. Huída, salida de sus manos para volver a su corazón. Dulce huída. , ¿Huída? Sí y quizá mejor huída de esta pobre hu· lllanidad que alimentamos llevándola a cuestas del espíritu para acercarnos a la divinidad que presen– timo3. Huída del sentido para adentrarnos en el espí· *itu. Huída del capricho y de la carne y del yo para adentrarnos, transformados, en el divino Se:r. ¿ Que el mundo no lo entiende así? Qué le va– mos a hacer. Allá él con su metafísica estúpida y su c.oncretez materialista que apesta. Dios quiera que llegue a entenderlo. ¿Que él huye de la luz y del sacrificio? También huye de. Dios. Y bien mal se las trne o se las lleva. Pero el que huya de la luz y del sacrificio no demues– tra que por eso se ,encuentre en la verdad ni en la hol· gura ni en la_ paz. Todo por no querer interpretar la voz del ángel -voz de Dios- que le dice que huya con el Niño y con su madre. Todo por criticar y que– rer entender el mist•erio que se vuelve enigma. Todo por querer dar un sentido a la vida y no dar en la

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