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- 157 '' Con tanta pólítica, talento y perspicacia con tanta 'medida política lo que vamos haciendo es el ridículo. Y si parásemos ahí podíamos estar tranquilos, pero lo ,que estamos haciendo es llenar el mundo de estulticia y basura. Sobre todo de basura que hiede y molesta. ' El. Evangelista no añade más. Pero entre sombras, a' la noche, vino el regocijo y la carcajada estúpida. Herodes creyó haber tramado la más ingeniosa trampa cuando se había metido en un juego peligroso y prohi– :bido. Hasta ahí llega la necedad del hombre. De pronto Ja estreUa, ,. «Con estas instrucciones del rey, se pusieron de ca– mino y la estrella que habían visto en oriente, iba de– lante de ellos, hasta que por fin se detuvo encima del lugar donde estaba el Niño. ,· Cuando llegaron a divisar la ,estrella, sintieron gran– dísimo gozo.)> (Mat. 2, 9-10). El viaje de los magos fue largo y pesado. Sin du. ,da ninguna que tuvieron sus sinsabores Rociaron sus ·espíritus las malas sombras del desaliento. Pero su pe– na 11egó al ,exceso a su entrada en Jerusalén. Se ocul– tó la luz de Dios y se apagó la estrella. Prueba casi ex~ cesiva para aquellos hombres nacidos y fundamentados en la idolatría. A esto se añadió el silencio y la igno– rancia de la corte de Herodes y los sacerdotes del Tem– ·plo sobre el nacimiento del Niño. Temieron haber caído en el ridículo incluso en el fracaso espiritual. Adivinaron ,el desprecio del rey por el Niño recién nacido, la insensatez de los sacerdotes y el pesimismo ,del pueblo judío, casi con una sonrisa de desprecio. La prueba fue dura, fuerte. Pero no entró en ellos $1 desaliento, la derrota. Este es el peligro de las al– mas grandes. Cuando están cerca de la luz, cerca de

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