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ltG = es.tá hincado en la loc~a. como en. una solllbr;:t q.ue : ~~t;~mece y duele. Hipocresía y comedia. Y ahora lo de siempre. Hay que dar un sentido a la postura adoptada. Hay que buscar razones o sucedá· neos que simulen sinceridad. Fingir. ¡Si nos diéramos cuenta de las bufonadas que vamos haciendo con tan• ta hipocresía... ! «... Y convocando a todos los jefes de los sacerdo. tes, a los escribas y a los notables del pueblo, les pre– guntó dónde había de nacer el Mesías. En Belén de Judá, le contestaron; pues así está escrito por el pro– feta: Y tú, Belén, tierra de Judá, de ningún modo eres la menor entre las ciudades prin. [cipales; porque de ti saldrá un caudillo, que gobernará a mi pueblo de Israel.» Seguidamente Herodes llamó en secreto a los ma· gos y se informó cuidadosamente acerca del tiempo de la aparición de la estrella. Y encaminándolos a Belén, les dijo: Id, e informaos con toda diligencia sobre este niño; y cuando le halléis, pasadme aviso para que yo también vaya a adorarlo». (Mat. 2, 4-9). ¿Medidas políticas? El hombre sagaz y avisado para las cosas de este mundo las llamará, a su modo, anto– jo y capricho, como más le guste. Pero lo exacto, la verdad limpia y desnuda es llamarlo hipcresía. Hay que dar a las cosas su nombre verdadero y justo. Co– razón taimado y lúgubre. Talento, dirán otros. Yo digo füsparate, locura, insensatez, pecado. El hombre, por grande, sabio y sagaz que sea, no deja de ser un mo– nigote ante la gallardía y el rango de Dios.

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