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152 - .olvido. Por lo menos parece que no I trascendió más allá de los :muros de la pequeña ciudad de Belén. Los Magos y la estrella. Pero el Hijo de María no había venido al mundo para el reducido número de judíos que habitaban la Palestina y sus diásporas. Era inmensamente mayor el censo mundial de gentiles y paganos. Y Dios había venido al mundo para todos. No es aventurado el pensar a María ilusionada, es– perando el cumplimiento de las profecías que anun• ciaban un mensaje para el pueblo gentil. Porque lo natural parece afirmar que María iría repasando, aho– ra que tenía a Jesús en sus brazos, regalo de Dios al mundo, todas las profecías que se habían dicho acerca del Hijo de Dios, del Mesías. Los ángeles anunciaron la Buena Nueva a los pas– tores. Lo hemos visto. Fue el mensaje de Dios a su pueblo de Israel.. Pero no se olvidó de los gentiles para quienes también había venido aquella noche de amor, recostado en ,el pesebre y envuelto en pobres pañales. «Nacido ya Jesús en Belén de Judá en los días del Rey Herodes, llegaron de Orí-ente a J erusa– lén unos magos, preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque hemos visto su estrella en oriente y venimos a adorarlo». (Mt. 2, ~~- . La historia está llena de absurdos. Por lo menos de incógnitas incomprensibles e indescifrables para muchos que se dan el nombre de críticos. Y estos ab– surdo¡¡ llegan al escándalo cuando se trata de la His– toria de Jesús, del Hijo de Dios. El hombre lleva el signo del incorregible. Para entender las cosas hace falta un poco más

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