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-13 da. Porque si la madre es del hijo también ,el hijo depende y es de la madre. . . Maria y el triunfo final en el cielo. '• Los designios de Dios no terminan n1 desembocan ,nunca en el fracaso. No pueden hacerlo. Queramos o n'o ·queramos, nos guste o no nos guste, los planes de Dios han de tener su realización más exacta y cum• plida. Somos muy pequeños para descaminar los pen– samientos de Dios. Somos muy pequeños para domi– nar el curso de la historia. No podemos poner una trayectoria ni una trama al gran drama de la vida. Nuestro gusto y capricho no es norma de vida y no pµede dar un ·sentido al curso del mundo. Y por eso, nos guste o no nos guste, lo admitamos· o no lo admitamos, el plan de Dios ha de llegar a su cumplimiento y apoteosis final y definitiva. .:Ha· de llegar un :momento en que el·. hombre arri– bará al corazón de Dios como a un puerto soñado. La Historia ha de cumplir el pensamiento de Dios. Y esto aunque los hombres nos empeñemos 1 en descami– nar y desoríentar el curso de la vida. Y será enton– ces cuando. los ojos de los mortales cansados de tanto mir.ar al futuro inútilmente, y levantar los brazos al cielo .en ,un gesto de espera fatigosa, descansarán en el ;triunfo del Dios Hombre y la Mujer bendita entre todas las mujeres. Ellos serán los que llevaron a la hum;midad, en medio del dolor y del sacrificio, a la esperanza y al descanso del cielo. Cristo y María serán en el cielo la gran voz huma– na que cantarán al Dios Padre la gran epopeya de triunfo y de gloria que escribió la humanidad al paso por este mundo. . · Al fin cumplirán los designios de Dios.

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