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136 - Lo de la impureza legal la tiene sin cuidado. Ella sabe que no' es madre como las demás mujeres. Sin embargo guardará las apariencias y cumplirá la ley porque aun no ha llegado la hora de aclarar el mis– terio de su maternidad. Camino de Jerusalén. «Y una vez cumplidos los días de la purificación, conforme a la Ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor (así está mandado en la Ley de Dios: que todo varón primogénito sea consa– grado al Señor) y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, según la prescripción de la Ley del Señor». (Le. 2, 22-25). Belén dista de Jerusalén como unas dos horas de camino. Un día de febrero, la tradición y la Liturgia lo marcan con el dos de febrero, de madrugada, con el nuevo sol de -una nueva primavera que comienza y con el tesoro de un Niño Dios que sale al mundo, María y José dirigieron sus pasos hacia Jerusalén. De madrugada, pues tenían que llegar para la hora del sacrificio matutino. Con el Niño cariñosamente arropado, quizá montada en el jumentillo, María, con su esposo José, sube la montaña para entrar en Je– rusalén. Atravesaron las puertas de la ciudad amurallada. Recorrieron con gozo casi infinito las calles retorcidas y empinadas y después de subir la pequeña colina se encontraron con la magnificencia del Templo de Dios. En el atrio de los gentiles compraron los dos pa– ' lomillos y José cambió sus dineros por cinco siclos de plata, moneda sagrada, para el rescate del Niño.

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