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CAPITULO X PURIFICACION DE MARIA Y PRESENTACION DE JESUS EN EL TEMPLO Fueron cuarenta los días de espera. Cuarenta días abiertos como una noche de silencio. Días de intra– muros al alma. María asomada a la ventana de su corazón y al pozo insondable de su Hijo. Toda en meditación, como en. un día sin fronteras. Coloquio íntimo. Diríamos en contemplación amorosa, que es decirlo todo. Ahora estaba en Belén, por decirlo en figura, ama• neciendo. Apunto de salir el sol. Para los vecinos de Belén los cuarenta días de María fueron de impureza legal. Para Dios cuarenta días de espera. Breve aurora. Van pasando los días y es como si se rasgara el día de Jesús y de María. Rasgado el velo del miste– rio. Y es que Jesús -velo y misterio- no es de María ni de Dios, aunque es Dios, ni de su tiempo ni de su región. Jesús es de todos. Ahora María está a la espera, al acecho del tiempo exacto para ,entregarlo al Templo, a los hombres y a Dios.

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