BCCCAP00000000000000000000801

-133 donde se hacen realidad las promesas porque para El se hicieron. · ¿Qué el ho:rribre no cumple sus promes~s? Allá con su, flaqueza y cobardía. A .Dios no le ocurre lo rnis,. rno. Dios cumple lo pactado aunque el hombre diga· lo contr.ario. Pero sabernos que las promesas de Je– sucristo no han llegado a cumplirse en nosotros. ¿Es que Cristo es incurnplidor de sus palabras? No olvi· demos que en todo pacto hay dos compromisos. Lo que sucede es que el hombre, incumplidor de sus palabras, vive, corno los niños, trampeando, como que– riendo escapar de lo pactado y es entonces cuando Dios retira su promesa no porque El no quiera curo- , plirla sino porque el hombre ha retirado su palabra. Esa es la verdad aunque nos duela el confesarla. O pudiera suceder, y también es torpeza humana, que nos faltara fe en la palabra de Dios. El hombre, incrédulo muchas veces aunque confiese una fe, duda de la palabra de Cristo. Le suena tan absurda frente a lo que él llama sensatez, que juzga traerle más cuenta vivir su ritmo y postura que seguir el ideal de Cristo, norma de salvación y de felicidad. Después ocurre la catástrofe, la ruina total. Y dice: Dios, Cristo, no cumple sus palabras, no se acuerda de sus promesas, cuando debiera decir: no he cumpli– do lo prometido y no tengo derecho a que Cristo cumpla sus misericordias. María ha cumplido su palabra, aquella palabra de esclava del Señor y ahora se regocija porque ve cum– plidas las palabras del Señor. Se regocija y nos en– trega la complacencia de un Hijo heredero de las promesas de Yahvé. Nos presenta a un Hijo marcado con la señal de los hijos de Dios y vecino ya, porque ha entrado de lleno en el plan de Dios, a la Reden– ción del mundo.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz