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-11 Y es ,entonces cuando Dios Padre nos ofrece al Hi– jo. Y frente a :Adán se abre la esperanza de un Be· i,le;nJor y fre.nte a Eva la esperanza •de una Madre. María y la Encarnación. Es verdad que la Encarnación es el hecho cumbre de la Historia. La conjunción entre ¡el tiempo y la •eternidad. Abrazo. estrecho de la Divinidad y la hu• manidad. Comienzo de la Redención. Y la Enearnación se hace en el seno de María. Tem– plo y sagrario. Sin María no hay Encarnación y por tanto no tendría sentido la historia de los hombres y ·de la Redención. Dios necesitó de María para la obra cumbre de su amor. Es vierdad que hubiera podido prescindir de ella, pero quiso necesitarla. La .escogió desde siempre y desde siempre puso en ella su com· nl.~cencia. Por eso María viene a ser imprescindible en la teología y en los mismos planes de Dios. ~.maculada. Por eso mismo, porque la amaba, porque pensaba e;n ella como Madre y Esposa, Dios puso· en ella su Amor. Y la hizo blanca y sin mancilla. Por eso mi& mo, porque la quiso empeñada en esta obra gigante de la Redención, la quiso sin pecado. Porque El la quería para madre <le los hombre.s y esperanza nues• fra. ¿Se hace .extraño que no anduviera ella por nues– tros caminos de pecado? Sería mejor pensar que an• duvo por donde nunca podremos andar nosotros y en– tonce,s cop:ipr:enderíamos mejor su limpieza. Si ella anduvo caminos de maternidad divina, no es extraño que Dios la hiciera andar por sendas de blancura in• m~<:Ulada
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