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10- do piedras sobre los caminos de Dios. El Señor co• menzó su obra de amor en el Paraíso. Y mientras Dios florecía en el amor, el hombre marchitó su vi– da en el pecado. Tiró la primera piedra contra el co– razón de Dios. Brotó sangre. Y ya desde entonces los caminos de los hombres irán teñidos en sangre, pa· ·minos en rojo, con trazos violentos y amargos. El plan de Dios, su idea, era de exultación, de ale– ·gría, maravilloso. Cristo, María, los hombres, la crea• ción, en abrazo amoroso, irían cantando por la vida, basta encontrarse en la casa del Padre Dios. Desde ahora las obras de Dios irán salpicadas de ·sangre y de lágrimas. Harán referencia a una Cruz, que estará clavada en el centro de la Historia de los hombres como fuente de toda gracia. Porque, dice el Señor, habrá enemistades entre la 'Serpiente y la Descendencia de la Mujer. Y habrá llanto y dolor. Y habrá espinas y abrojos. Y esto ·hasta que quede aplastada la cabeza de la Serpiente y herido el calcañar del Hijo del hombre. El plan de Dios se ha hecho redentor. Recordemos la historia. Adán. Eva. La Serpiente. Y el árbol. Y surge el pecado como un virus malsano que le brotara al corazón del primer padre. Y fue yor Eva y la Serpiente. Junto al árbol, maldito des• ·4e entonces. Se hizo llanto en la tierra. Desespera· ción. Rabia. Como si el sol se hubiera roto o parti• ·do a trozos. Más, mucho más. Se había roto la es• ·peranza de los hombres. Se había helado la flor de ·su alegría. Junto a Adán está Eva. Adán, mendigo que lleva :a cuestas el peso de una mujer también mendiga. Pa• ,dre de unos hijos que, malditos de Dios, llorarán sin ,cpnsuelo.
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