BCCCAP00000000000000000000801

114 - El ángel del Señor. Gente sencilla y sin complicaciones de escuela, los pastores vivían como pendientes de una esperanza. Esperanza repetidísima: el Mesías. Su vida espiritual se reducía al comentario y regusto de una tradición muy secular y plasmada en profecías y plegarias aprendidas de boca de sus padres y que tepetían con fidelidad asombrosa. Hasta con cierto sentimiento de seguridad y fervor mesiánico. Su vida era. austera, propicia a la sencillez, aun– que más de una vez acabara en riñas y en camorra. No obstante buen barro para moldearlo al gusto de Dios. Quizá por eso mismo el Señor les dio el ángel que. interrumpiendo su sueño y su vela, cuando es– taban guardando sus rebaños y a la media noche, les anunció el misterio del Dios Encarnado y hecho tier– no niño. Dice el Evangelista Lucas: «Al aparecérseles un ángel del Señor, un resplandor celestial los en• volvió con su luz y quedaron sobrecogidos de es– panto» (Le. 2, 9). Todo esto sucede como un eco al milagro de Dios que se hace niño. Un eco pero más ruidoso porque se hace cuajado de cánticos y res· plandores que sobrecogen, pero menos profundo por– que entre uno y otro hay distancias de amor y de humildad. El texto evangélico lo dice tan sencillo, tan sin atuendos y llanamente que no cabe la crítica que lo chafa todo. Se siente tan cerca el :milagro que se lle– ga a tocar con las manos y con los ojos. Tan cercano y tan natural que llega a decirse: así es, ni más ni menos. Esto para nosotros. Pero a los pastores se les vino tan de repente, descoyuntado totalmente del nací-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz