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-Maiiía, tendrás frío. -No, José. Si la noche es de ·1una y estrellas y una Rosa de fuego ,está ardiendo en mis manos. (Y. tiene el Niño en sus brazos como una azucena la flor del rocío.) No, si es la alegría tan grande... Si hasta me sobra en el pecho el corazón que golpea con fuer– za queriendo abrazar a mi Dios... Si es tanta mi ale– gría, José... Si es tan grande la noche y apenas si puedo llevar el misterio del Hijo... Y ahora es el silencio quien se mece en la cueva. María es todo mirada. Todo su cuerpo como si fue– ra hecho de ojos. No se cansa de mirar la b1ancura del Hijo. Está de rodillas, adorando a Dios. Todo es; silencio y ella es todo corazón. Corazón que sueña,. corazón que habla y arropa al Niño que duerme he-· cho ·tierna carne de amor.

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