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- 10& Nacimiento de Jesús. «Encontrándose allí le llegó el tiempo de su alum• bramiento, y dio a luz su hijo primogénito; lo envol· vió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no• había sitio para ellos en la posada» (Le. 2, 6-8). Con esta sencillez inimitable, como quien no da importancia a las cosas, el Evangelista Lucas nos dice el nacimiento de Jesús. El milagro. No hace falta que el Evangelista nos diga palabras rotundas ni frases. declam~tori;ls para que el hombre comprenda el mis– terio de amor que se le ha concedido. Para descri– bir detalles del corazón de Dios es mejor la senci• llez de unas frases sin retórica. La humildad de un. Hijo de Dios y la grandeza de un amor sin límites ni. comparaciones posibles se dice mejor corno a escon– didas y entre velos. En las afueras del pueblo, allí, porque no ha sido• posible a contener su fuego la estrechez de una ciu• dad materializada ni la pobreza de unos corazones mezquinos... En una cueva, allí, po-rque ha querido· la humildad y hasta el desprecio... A las horas oscu– ras de la noche, y a las horas del amor, porque no– quiso testigos que rompieran el misterio divino... En invierno, entre pajas, junto a la nieve y entre el frío -hora del sacrificio- vino al mundo, de María,.. el Hijo de Dios. Sabrosamente, milagrosamente, como milagrosa– mente fue concebido, como se escapa el perfume de· la noche incendiada de estrellas y mojada de sombras, se encontró María con el. Hijo en los brazos, hecho tierna carne de amor. A esta noche le ha brotado no una estrella sino un Niño. Late en los brazos de María, como un fruto• bendito que colgara de sus tiernos brazos. María está

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