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Imagínese el lector lo que serán estos "nidos guajiros" en. tiempo de lluvia y de plaga. Gontra ésta se defienden con el humo, pero contra la otra . . . sólo con paciencia. Acurruca– dos, hacinados, como pueden, van capeando el temporal, mien– tras tiritan de frío. Las consecuencias para niños, enfermos, . parturientas, lactantes, etc., se dejan suponer fácilmente. Familias hay que ni aún esa clase de rancho tan misera- · ble tienen. Pasan el verano a la sombra de algún cují, taparo , u otro árbol de ramaje tupido, donde cuelgan sus chinchorros, mugrientos, rotos, "superpoblados" . .. a juzgar por la ince– sante rasquiña en que se mantienen. El abundant e follaje del árbol los defiende del sol. Cuando llegan las lluvias, se refugian en el rancho de algún familiar o conocido, y así, " tú que no puedes, llévame a cuestas" ... No es intento nuestro meter la hoz en campo ajeno, pera--. no creemos salirnos de los linderos de estas ligeras apunta- . ciones al exigir de las autoridades competentes algo más de · sensibilidad y criterio práctico para los problemas de la su- . frida y casi totalmente abandonada estirpe guajira. Tampoco gastaremos papel en torno a la creación y sub- - sistencia del poblado Ziruma: "A lo hecho, pecho". Pero sí opinamos que con planes urbanísticos de esa categoría bien poco medrada saldrá nuestra pobre Guajira. ¿Por qué con menos gastos y propaganda, no se piensa en irlos dotando de viviendas más higiénicas? No es Ziruma ningún jardín zoo– lógico, creemos, para permitir pasivamente que se hacinen allí indios sobre indios, sin tomar medidaf,. positivas en orden a su bienestar material y moral. ¿Por qué no pensar en alguna urbanización indígena, pero no en las afueras de Maracaibo, para que sirva de baldón a sus orgías o de oficina a sus inmoralidades, sino en la propia Guajira y en regiones que por el agua y mejor disposición para la agricultura y cría, de que hablaremos, ofrezcan al in– dígena posibilidad de cierta independencia económica y de vida no tan arrastrada y mendicante como la que lleva por las calles y plazas de la misma capital a vist a de propios y– extraños? - 112-
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