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En todo caso, se impone la limpieza anual, aprovechando el verano, para conservar la capacidad inicial del jagüey, y aún aumentarla si es de tierra. Hasta pudiera pensarse en construírlo de forma tal, que no penetraran en él los animales, sacando para ello el agua por tubería a través de las paredes hasta los abrevaderos y adapt ando a éstos flotadores que regulen la salida del agua a . medida que se vaya necesitando y vayan encerrados en re– gistros o easetas para evitar desperfectos y robos. Con este procedimiento. y echando peces Je,.rvicidas en el embalse, que– darían obviados sus inconvenientes principales. Este sistema de aba~tecimiento de agua por medio de Ja– güeyes no es cosa nueva, sino muy usada por los antiguos Mi– sioneros Capuchinos del Carolií, en Guayana, y aún _perduran. varios de ellos - unos en uso., otros inservibles por la incuria de limpiarlos de tiempo en tiempo- como los de upata, El Palmar, Guasipati, Tumeremo, San Félix (desecado hace po– cos años), etc. Pero tenían el cuidado de limpiarles oportu– namente y repararlos cuando era preciso, aún careciendo de tractores, cuchillas y palas mecánicas. Pregunt ará alguno si valdría la pena tanto gasto y tantos esfuerzos para resultados tan antieconómicos o problemáticos. Veámoslo por partes, aunque sea brevemente. Ante todo, lo antieconómico se remedia conf:.ando las obras a técnicos poceros, de que hablamos, o a Compañías es– pecializadas en trabajos similares. Naturalmente, habría que contar con una base de varios pozos o jagüeyes para que , dentro de la garantía del trabajo, dejaran margen de utili– dades n o. despreciables al empresario. Si se ha de repetir la . historia de los Bs. 500.000, arriba apuntada, mejor no pensar en ello ( ¡ Dos j agüeyes de pura tierra y unos tres pozos como frut o del presupuesto más fabuloso que haya visto Is sedienta . Guajira! ... ) y para que no haya que lamentar nuevamente el caso de Moina, Arepeta, etc., deberá preceder un estudio concien– zudo de la región. Aquí no se tropieza con la incertidumbre . 109 -