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Todo es cuestión de ajuste C OMPRE, en un viaje a Brasil, un reloj de ma– dera para la pared. Es simple y vistoso, pero anda siempre desajustado. Es más para adorno que para marcar la hora. Lo sigo conservan– do en la pared de mi despacho como mera decora– ción. El desajuste procede de que los puntos que marcan los minutos están a distinta distancia ... Este ~reloj estrafalario es para mí constante meditación. Lo tengo frente d mi máquina de escribir. Y me hace pensar muchas veces que «todo es cues– tión de a¡uste», también en las personas. «Un poco más» o «un poco menos» es mucho en la vida. «Pa– sarse» o «no llegar» evita estar a punto. Y la persona ha de intentar estar en el ajuste exacto. Nos pasamos de habladores o de callados, de temerarios o de parados, de celo o de desinte– rés..., y ni una cosa ni otra. La existencia humana exige un dominio grande de las facultades para es– tar a punto. El pensamiento y el corazón son los dos resor– tes que equilibran nuestro mundo interior: andar en verdad y en amor auténticos. El amor es el ánimo del entendimiento. El fallo del amor -pasarse o no llegar- impide iluminar la cabeza. 77