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El asno ing n1 ro N sacerdote amigo mío, Pere Compás Bonay me cuenta esta minifábula que transcribo tal como él la ha escrito: «Cuando se dice que antaño, al construir una carretera marcaban el traza– do siguiendo el camino de un asno que les precedía, no es totalmente un chiste. Con el e¡emplo del asno-ingeniero de cami– nos, se quiere significar que no abrían una ruta arra– sándolo todo, sino que la trazaban dialogando con el terreno, como los mon¡es al edificar un monaste– rio. Los pueblecitos más lindos hoy son aquellos de la montaña creados a ritmo lento, de manera orgá– nica, pasito a pasito, sin romper la armonía del terre– no en un verdadero diálogo ecológico con el am– biente». Hasta aquí mi amigo Pere Compás Bonay. Me permito añadir que nuestras autopistas, hechas sin respeto ninguno al entorno del paisaje, maltratan la tierra que habitamos. Somos unos de– predadores de árboles, de ríos, de lomas, de hori– zontes. Por doquier asoman esqueletos de torres me– tálicas, puentes horrorosos, asfalto infame por don– de viajamos alocadamente sin detenernos a gozar las bellezas que Dios hizo, y que nosotros mancha– mos con papeles, plásticos y desperdicios. Algún día la tierra se volverá contra nosotros, descarnada y estéril, como la imagen de la muerte. 71

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