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El c1mo d uvas STA es la «fábula del racimo de los mon¡es». Vivían en un convento un grupo de monjes conocidos por su vida penitente. Cierto día a uno de ellos le regaló_ un campesino un racimo de uvas; el monje pensó que no debía comer las uvas, «¡qué cosa me¡or que regalárselas a otro mon¡e!», y así lo hizo. Este segundo monje, pensó e hizo lo mis– mo, y así el otro, y el otro; de forma que el racimo de uno a otro, volvió a manos del primero. Ninguno de los monjes sabía lo que había ocurrido, excepto el primero. Este convocó a la co– munidad y contó lo sucedido: cómo el racimo lo ha– bía recibido él y había vuelto a sus manos. Y dio la siguiente lección: -«Lo importante no es la pequeña privación de cada uno, lo más valioso es que ese hecho ha valido para convocarnos ahora y picar todos del mismo racimo, alegremente, y compartir nuestra pre– sencia y el gusto de estas uvas... ». Hay «racimo de bienes» suficiente en el mun– do para todos los hombres. En la tierra hay pan para todos. Lo que ocurre es que el primero o el segundo, guardan para sí el «racimo entero», acaparan los bienes, y dejan a los demás sin nada. Compartir es una palabra que muchos tienen sin aprobar. 67

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