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Conecta 1«walkm n» RANSE esos chicos/as que van por la calle conectados a un «walkman», es decir, a ese aparato que consta de un pequeño reproduc– tor de cassettes para cuya audición se precisa la uti– lización de auriculares. Van por la calle con los oídos tapados, aislados del ambiente, del mundo que les rodea, y en una sordera voluntaria. Es verdad que la calle no ofrece una acorda– da sintonía de sonidos, sino más bien una invasión ensordecedora de ruidos. Pero, a pesar de todo, la vida circundante está llena de bellos sonidos, de rit– mos y tonalidades que enriquecen. El <<bla, bla» de las conversaciones, el rumor de los pasos, el murmu– llo de la muchedumbre..., lo sentimos como unido al calor de nuestro cuerpo. Aislarse con esa música de bolsillo del «walk– man», es como ir solo por la vida, desconectados y no creo que facilite mucho el desarrollo equilibrado del sistema nervioso. Y sobre todo, a la vida nos han echado no para vivir en el alveolo, en la celdilla par– ticular de un desinterés total, sino para convivir en lo agradable y desagradable. Aunque comprendo que para algún momento el «walkman» con su música enlatada, puede ser una buena terapia. 66
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