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Andar por las nubes UENTAN que un santo eremita, llamado Goar, que pasó toda su vida viajando por las orillas del Rhin predicando el Evangelio a los bárbaros del siglo VI, se hallaba un día tan abstraí– do en pensamientos y elevaciones místicas que trató de colgar su capa en un rayo de sol. Naturalmente la capa cayó pesadamente al suelo. San Goar en– tonces se dio cuenta de su error y de lo fuera de la realidad que estaba. El santo eremita «andaba por las nubes». Cada día nos repetimos mil veces que «hay que an– dar por la tierra» y no estar en «Babia». Porque en Babia andamos intentado colgar la chaqueta o el abrigo en un rayo de sol, cuando establecemos muy bonitas teorías con las palabras del Evangelio; cuando hacemos preciosos discursos sobre temas espirituales, sobre la oración, la caridad, el sacrifi– cio..., y no bajamos al camino para andar, codo a codo, con los demás. Alabar la pobreza y no ser pobre, la caridad y vivir independientemente, la humildad y salirnos siempre con la nuestra, crear proyectos sociales o religiosos y no llevar a cabo ninguno, es intentar col– gar el capote en un rayo de sol. Todas nuestras teo– rías caen por tierra al chocar con la realidad. 54